La hepatitis C es un virus que puede atacar y dañar el hígado. Es uno de los virus de hepatitis más graves. La hepatitis C puede ocasionar varias complicaciones, incluso el trasplante de hígado. En algunos casos, puede incluso causar la muerte.

Sin embargo, los tratamientos nuevos para la hepatitis C hacen que el virus actualmente sea mucho más manejable de lo que era en el pasado. En la mayoría de los casos, la hepatitis C es curable, así que es importante buscar tratamiento temprano si es posible que tengas el virus.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés) informan que hasta 1 de cada 4 personas que contraen el virus de la hepatitis C eventualmente se curarán de la condición sin tratamiento. Para estas personas, la hepatitis C será una condición aguda a corto plazo que desaparecerá sin tratamiento.

Para la mayoría de las personas, la hepatitis C aguda se convertirá en una condición crónica que requiere tratamiento. Ya que con frecuencia el virus no produce síntomas hasta después de que ocurre el daño hepático, es importante que te realices pruebas si consideras que podrías haber estado expuesto.

En el pasado, la hepatitis C crónica era tratada con una combinación de ribavirina e interferón. En lugar de atacar el virus directamente, estos medicamentos impulsaban la actividad de tu sistema inmunitario. De esta manera, el sistema inmunitario mataría al virus.

El objetivo de este tratamiento era liberar a tu cuerpo del virus. Estos medicamentos tenían un índice variable de cura y podían tener efectos secundarios significativos.

Sin embargo, desde 2011, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, en inglés) ha aprobado muchos antivirales que contrarrestan la hepatitis C de manera más directa. Estos medicamentos tienen tasas de éxito mucho mejores que los tratamientos antiguos. Algunos de los tratamientos más recomendados para diferentes genotipos de hepatitis C, incluyen:

  • ledipasvir-sofosbuvir (Harvoni)
  • elbasvir-grazoprevir (Zepatier)
  • ombitasvir-paritaprevir-ritonavir (Technivie)
  • ombitasvir-paritaprevir-ritonavir y dasabuvir (Viekira Pak)
  • daclatasvir-sofosbuvir (Darvoni o Sovodak)
  • glecaprevir-pibrentasvir (Mavyret)

Todas estas combinaciones de medicamentos son inhibidores de proteasa. Esto significa que evitan que el virus obtenga las proteínas que necesita para reproducirse. Durante un período de tiempo, usualmente 8 a 24 semanas, esto hace que el virus desaparezca y se elimine de tu sistema.

Para todos los medicamentos inhibidores de proteasa, el objetivo del tratamiento de la hepatitis C es lograr la respuesta virológica sostenida (RVS). RVS significa que la cantidad del virus de hepatitis en tu sistema es tan baja que no se puede detectar 12 semanas después de que terminas el tratamiento.

Si logras la RVS después del tratamiento, puedes decir que la hepatitis C está curada.

Si desarrolla hepatitis C crónica y esta ocasiona cáncer hepático o insuficiencia hepática, es posible que necesites un trasplante de hígado. La hepatitis C es una de las razones más comunes para un trasplante de hígado.

Un trasplante de hígado elimina un hígado dañado y lo reemplaza por uno saludable. Sin embargo, el Instituto Nacional de la Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales indica que es posible que la hepatitis C regrese, incluso después de un trasplante. El virus vive en tu torrente sanguíneo, no en tu hígado. Extirpar tu hígado no curará la enfermedad.

Si tienes hepatitis C activa, es muy probable que continúe el daño a tu nuevo hígado, pero esto solo pasaría si la hepatitis C no ha sido tratada. Sin embargo, si has logrado la RVS antes del trasplante, no es muy probable que desarrolles un segundo caso de hepatitis C.

Algunas personas creen que ciertas formas de medicina alternativa ayudan a curar la hepatitis C. Sin embargo, la Clínica Mayo informa que no existen evidencias comprobadas por investigaciones sobre el tratamiento alternativo o el medicamento complementario para la hepatitis C.

El cardo lechoso es una hierba que comúnmente se sugiere para ayudar a curar la enfermedad hepática. Pero un estudio publicado en JAMA determinó que no era más efectivo que el placebo para tratar a las personas con hepatitis C.

Actualmente no existe una vacuna que ayude a proteger a las personas del contagio de la hepatitis C. Sin embargo, existen vacunas para otros virus de la hepatitis, incluso el de la hepatitis A y hepatitis B. De acuerdo con los CDC, los investigadores también están trabajando para desarrollar una vacuna contra la hepatitis C.

Si recibes un diagnóstico de hepatitis C, tu médico puede aconsejarte que te vacunes contra la hepatitis A y B. Esto se debe a que estos virus también pueden ocasionar daño hepático y complicaciones durante el tratamiento para la hepatitis C.

Ya que no puedes evitar la hepatitis C mediante una vacuna, la mejor prevención es evitar la exposición. La hepatitis C es un patógeno transmitido por la sangre, así que puedes limitar tus posibilidades de exposición a través de prácticas de estilo de vida saludable.

Evita compartir agujas. Utiliza el protocolo adecuado si estarás expuesto a los fluidos corporales, como cuando prestas primeros auxilios. La hepatitis C usualmente no se transmite a través del contacto sexual, pero es posible. Limita tu exposición utilizando preservativos, a menos que tú y tu pareja sean monógamos, y ambos se hayan realizado una prueba recientemente.

Debido a que la hepatitis C se transmite mediante la sangre, es posible contraerla a través de una transfusión. Sin embargo, las pruebas de detección de productos sanguíneos están disponibles desde 1992. Se recomienda que consultes con tu médico sobre las pruebas de hepatitis C si eres “baby boomer” (naciste entre 1945 y 1965) o si recibiste un trasplante o una trasfusión de sangre antes de 1992.

Todos los casos de hepatitis C empiezan como agudos. Ocurren unas cuantas semanas después de la exposición. Para muchas personas, esta etapa del virus no tiene síntomas. Si experimentas síntomas, pueden empezar semanas o meses después de la exposición al virus. Los posibles síntomas incluyen:

  • fiebre
  • fatiga
  • náuseas
  • vómitos
  • orina oscura
  • deposiciones color arcilla
  • dolor en las articulaciones
  • piel amarilla

La mayoría de casos de hepatitis C aguda se convertirán en una condición crónica. La hepatitis C crónica usualmente no tiene síntomas hasta que causa una gran cantidad de cicatrices en el hígado (cirrosis) y otros daños hepáticos. Durante muchos años, el virus ataca al hígado y ocasiona daño. Esto puede producir insuficiencia hepática o incluso la muerte.

Como la hepatitis C no siempre ocasiona síntomas, la única manera de estar seguro de si tienes el virus es realizarte la prueba.

Una simple prueba de detección puede indicarle a tu médico si tienes anticuerpos para la hepatitis C en tu sangre. La presencia de anticuerpos implica que has estado expuesto a la hepatitis C. Una segunda prueba de los niveles del virus le indicará a tu médico si has contraído la afección.

Definitivamente es posible tener una respuesta positiva al tratamiento de hepatitis C. Una gran parte de las personas que reciben tratamiento con inhibidores de proteasa lograrán la RVS y se curarán.

De acuerdo con un estudio de 2015, las personas que logran la RVS tienen un índice de recaída de 1% a 2% y una posibilidad muy baja de muerte relacionada con el hígado.

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