¿Qué es la hepatitis?

La hepatitis es una afección inflamatoria del hígado. Comúnmente es resultado de una infección viral, pero hay otras posibles causas de hepatitis. Estas incluyen la hepatitis autoinmune y la hepatitis que ocurre como consecuencia de medicamentos, drogas, toxinas y alcohol. La hepatitis autoinmune es una enfermedad que se da cuando tu cuerpo crea anticuerpos en contra de los tejidos del hígado.

Tu hígado está localizado en la parte superior derecha del abdomen. Se encarga de muchas funciones críticas que afectan el metabolismo en tu cuerpo, incluyendo:

  • producción de bilis, que es esencial para la digestión
  • filtración de las toxinas de tu cuerpo
  • excreción de bilirrubina (producto de glóbulos rojos descompuestos), colesterol, hormonas y fármacos
  • descomposición de carbohidratos, grasas y proteínas
  • activación de enzimas, que son proteínas especializadas esenciales para las funciones del cuerpo
  • almacenamiento de glucógeno (un tipo de azúcar), minerales y vitaminas (A, D, E y K)
  • síntesis de proteínas plasmáticas como albúmina
  • síntesis de factores de coagulación

Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés), aproximadamente 4.4 millones de estadounidenses viven actualmente con hepatitis crónica tipo B y C. Muchas más personas ni siquiera saben que tienen hepatitis.

Las opciones de tratamiento varían, dependiendo del tipo de hepatitis que tengas. Puedes prevenir algunos tipos de hepatitis con vacunas y tomando precauciones en tu estilo de vida.

Las infecciones virales del hígado, que son clasificadas como hepatitis, incluyen los tipos de hepatitis A, B, C, D y E. Un virus diferente es el responsable de cada tipo de hepatitis de transmisión viral.

La hepatitis A es siempre una enfermedad aguda, de corta duración, mientras que las B, C y D son más propensas a volverse continuas y crónicas. La hepatitis E es usualmente aguda, pero puede ser particularmente peligrosa en las mujeres embarazadas.

Hepatitis A

La hepatitis A es causada por una infección con el virus de la hepatitis A (VHA). Este tipo se transmite con mayor frecuencia por consumir alimentos o agua contaminados por heces de una persona infectada con hepatitis A.

Hepatitis B

La hepatitis B se transmite por el contacto con fluidos corporales contaminados, como sangre, secreciones vaginales o semen que contengan el virus de la hepatitis B (VHB). Las drogas inyectadas, tener sexo con una pareja infectada o compartir rasuradoras con una persona infectada incrementan el riesgo de contraerla.

Los CDC estiman que 1.2 millones de personas en Estados Unidos y 350 millones en el mundo viven con esta enfermedad crónica.

Hepatitis C

La hepatitis C viene del virus de la hepatitis C (VHC). Se transmite por el contacto directo con los fluidos infectados del cuerpo, a menudo, a través del uso de drogas inyectadas y contacto sexual. El VHC se encuentra entre las infecciones virales transmitidas por la sangre más comunes en Estados Unidos. Aproximadamente de 2.7 a 3.9 millones de estadounidenses viven actualmente con un tipo crónico de esta enfermedad.

Hepatitis D

También llamada hepatitis delta, la hepatitis D es una enfermedad grave del hígado causada por el virus de la hepatitis D (VHD). El VHD se contrae a través del contacto directo con sangre infectada. Es un tipo raro de hepatitis que ocurre solamente junto con la infección por hepatitis B. El virus de la hepatitis D no se puede multiplicar sin la presencia de la hepatitis B. Es poco común en Estados Unidos.

Hepatitis E

La hepatitis E es una enfermedad transmitida por el agua y es causada por el virus de la hepatitis E (VHE). Se encuentra principalmente en áreas con poco saneamiento y comúnmente resulta de la ingesta de materia fecal que contamina el suministro de agua. Esta enfermedad es poco común en Estados Unidos. Sin embargo, según los CDC, se han reportado casos de hepatitis E en el Medio Oriente, Asia, América Central y África.

Alcohol y otras toxinas

El consumo excesivo de alcohol puede causar daño e inflamación en el hígado. Esto a veces se conoce como hepatitis alcohólica. El alcohol daña directamente las células de tu hígado. Con el tiempo, puede causar un daño permanente y llevar a una insuficiencia hepática y cirrosis, un engrosamiento y formación de cicatrices del hígado.

Otras causas tóxicas de la hepatitis incluyen las sobredosis de medicamentos y la exposición a venenos.

Respuesta del sistema inmunitario

En algunos casos, el sistema inmunitario confunde al hígado con un objeto perjudicial y comienza a atacarlo. Eso causa una inflamación continua que puede pasar de leve a severa, y que a menudo dificulta la función hepática. Es tres veces más común en las mujeres que en los hombres.

Si tienes un tipo infeccioso de hepatitis crónica, como hepatitis B o C, puede que no tengas síntomas al principio. Los síntomas puede que no se presenten hasta que el daño afecte la función hepática.

Los signos y síntomas de la hepatitis aguda aparecen rápidamente. Incluyen:

  • fatiga
  • síntomas similares a la gripe
  • orina oscura
  • heces pálidas
  • dolor abdominal
  • pérdida del apetito
  • pérdida inexplicable de peso
  • piel y ojos amarillos, que pueden ser signos de ictericia

La hepatitis crónica se desarrolla lentamente, por lo tanto, estos signos y síntomas pueden ser demasiado sutiles para ser notados.

Historial y chequeo general

Para diagnosticar la enfermedad, primero tu médico tomará tu historial para determinar cualquier factor de riesgo que puedas tener para la hepatitis infecciosa o no infecciosa.

En un examen físico, tu médico podría presionar suavemente tu abdomen para ver si hay dolor o sensibilidad. También puede sentir si tu hígado está agrandado. Si tus ojos o piel están amarillos, tu médico lo notará durante el examen.

Pruebas de función hepática

Las pruebas de función hepática usan muestras de sangre para determinar qué tan eficientemente funciona tu hígado. Los resultados anormales en esta prueba pueden ser el primer indicador de que hay un problema, especialmente si no muestras síntomas de enfermedad hepática en el examen físico. Los niveles altos de enzimas hepáticas pueden indicar que tu hígado está estresado, dañado o que no funciona correctamente.

Otras pruebas de sangre

Si tus exámenes hepáticos son anormales, tu médico probablemente ordenará otras pruebas de sangre para detectar el origen del problema. Estas pruebas pueden detectar los virus que causan hepatitis. También se pueden usar para detectar anticuerpos que son comunes en condiciones como la hepatitis autoinmune.

Ultrasonido

Un ultrasonido abdominal usa ondas de ultrasonido para crear una imagen de los órganos dentro de tu abdomen. Esta prueba permite a tu médico examinar tu hígado y órganos cercanos. Puede revelar:

  • líquido en tu abdomen
  • daño o agrandamiento del hígado
  • tumores hepáticos
  • anormalidades en tu vesícula biliar

A veces el páncreas también aparece en las imágenes de ultrasonido. Esta puede ser una prueba útil para determinar la causa de una función hepática anormal.

Biopsia hepática

Una biopsia hepática es un procedimiento invasivo en el que tu médico toma una muestra de tejido de tu hígado. Se puede hacer a través de la piel con una aguja y no requiere una cirugía. Normalmente, el médico usa un ultrasonido para guiarse al momento de tomar la muestra para la biopsia.

Esta prueba le permite determinar cómo la infección o inflamación ha afectado tu hígado. También se puede usar para tomar muestras de cualquier área del hígado que parezca anormal.

Las opciones de tratamiento son determinadas por el tipo de hepatitis que tengas y si la infección es aguda o crónica.

Hepatitis A

La hepatitis A usualmente no necesita tratamiento ya que es una enfermedad de corta duración. Se puede recomendar reposo en cama si los síntomas causan mucho malestar. Si presentas vómitos o diarrea, sigue las indicaciones de tu médico para hidratación y nutrición.

La vacuna contra la hepatitis A está disponible para prevenir esta infección. A la mayoría de niños se les empieza a vacunar entre los 12 y 18 meses de edad. Es una serie de dos vacunas. La vacuna contra la hepatitis A también está disponible para adultos y puede ser combinada con la vacuna contra la hepatitis B.

Hepatitis B

La hepatitis B aguda no necesita un tratamiento específico.

La hepatitis B crónica se trata con medicamentos antivirales. Este tratamiento puede ser costoso porque debe continuarse por varios meses o años. El tratamiento de la hepatitis B crónica también necesita evaluaciones y monitoreo médico regular para determinar si el virus está respondiendo al tratamiento.

La hepatitis B se puede prevenir con la vacunación. Los CDC recomiendan las vacunas contra la hepatitis B para todos los recién nacidos. La serie de tres vacunas usualmente se completa en los primeros 6 meses de la infancia. La vacuna también se recomienda para todo el personal de atención médica.

Hepatitis C

Los medicamentos antivirales se usan para tratar la hepatitis C aguda y crónica. Las personas que desarrollan la forma crónica usualmente requieren una combinación de tratamientos con fármacos antivirales. También pueden necesitar pruebas adicionales para determinar cuál es el mejor tratamiento.

Las personas que desarrollan cirrosis (cicatrización del hígado) o enfermedad hepática como resultado de la hepatitis C crónica pueden ser candidatas para un trasplante de hígado.

Actualmente no hay una vacuna para la hepatitis C.

Hepatitis D

Hasta ahora, no existen medicamentos antivirales para el tratamiento de la hepatitis D por el momento. Según un estudio de 2013, un fármaco llamado interferón alfa puede usarse para tratar la hepatitis D, pero solo muestra mejoras en aproximadamente 25% a 30% de las personas.

La hepatitis D se puede prevenir con la vacuna para la hepatitis B, ya que para que esta se desarrolle es necesario que la hepatitis B también esté presente.

Hepatitis E

Actualmente, no hay terapias médicas específicas disponibles para tratar la hepatitis E. Debido a que la infección a menudo es aguda, generalmente se resuelve por sí sola. A las personas con este tipo de infección usualmente se les recomienda descansar adecuadamente, tomar muchos líquidos, ingerir suficientes nutrientes y evitar el alcohol. Sin embargo, las mujeres embarazadas que desarrollan esta infección requieren cuidado y monitoreo cercano.

Hepatitis autoinmune

Los corticosteroides, como la prednisona o la budesonida, son extremadamente importantes en el tratamiento temprano de la hepatitis autoinmune. Son efectivos en aproximadamente 80% de las personas con esta afección.

La azatioprina (Imuran), un medicamento que suprime el sistema inmunitario, a menudo se incluye en el tratamiento. Se puede usar con o sin esteroides.

Otros fármacos supresores, como el micofenolato (CellCept), el tacrolimus (Prograf) y la ciclosporina (Neoral) también se pueden usar como alternativas a la azatioprina para el tratamiento.

Higiene

Tener una buena higiene es una forma clave de evitar contraer hepatitis A y E. Si viajas a un país en vías de desarrollo debes evitar:

  • agua local
  • hielo
  • ostras y mariscos crudos o poco cocidos
  • frutas y vegetales crudos

La hepatitis B, C y D contraídas por la sangre pueden evitarse al:

  • no compartir agujas con drogas
  • no compartir rasuradoras
  • no usar el cepillo dental de otras personas
  • no tocar sangre derramada

La hepatitis B y C también se pueden contraer teniendo relaciones sexuales y contacto sexual íntimo. Tener sexo de manera segura usando condones y barreras bucales puede ayudar a disminuir el riesgo de infección. Puedes encontrar muchas opciones disponibles para comprar en línea.

Vacunas

La aplicación de vacunas es una clave importante para prevenir la hepatitis. Las vacunas están disponibles para prevenir el desarrollo de la hepatitis A y B. Los expertos están desarrollando actualmente vacunas contra la hepatitis C. Existe una vacuna para la hepatitis E en China, pero no está disponible en Estados Unidos.

La hepatitis B o C crónica, a menudo, pueden causar problemas de salud más serios. Como el virus afecta el hígado, las personas con hepatitis B o C crónica están en riesgo de:

  • enfermedad hepática crónica
  • cirrosis
  • cáncer de hígado

Cuando tu hígado deja de funcionar con normalidad, puede haber una falla hepática. Las complicaciones de una falla hepática incluyen:

  • trastornos hemorrágicos
  • una acumulación de líquido en tu abdomen, conocida como ascitis
  • aumento de la presión arterial en las venas porta que ingresan al hígado, conocida como hipertensión portal
  • insuficiencia renal
  • encefalopatía hepática, que puede incluir fatiga, pérdida de memoria y disminución de las habilidades mentales debido a la acumulación de toxinas, como el amoniaco, que afectan la función cerebral
  • carcinoma hepatocelular, que es una forma de cáncer de hígado
  • muerte

Las personas con hepatitis B y C crónicas deben evitar el alcohol porque puede acelerar la enfermedad y la insuficiencia hepática. Ciertos suplementos y medicamentos también pueden afectar la función hepática. Si tienes hepatitis B o C crónicas, consulta con tu médico antes de tomar cualquier medicamento nuevo.

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