Un adenocarcinoma de pulmón es un tipo de cáncer de pulmón que comienza en las células glandulares de los pulmones. Estas células crean y liberan líquidos como mucosidad. Cerca del 40 por ciento de todos los tipos de cáncer de pulmón son adenocarcinomas de células no pequeñas (también llamados no microcíticos).
Los otros dos tipos principales de cáncer de pulmón de células no pequeñas son el carcinoma de pulmón de células escamosas y el carcinoma de células grandes. La mayoría de los cánceres que comienzan en la mama, el páncreas y la próstata también son adenocarcinomas.
Si bien las personas que fuman tienen un mayor riesgo de desarrollar cáncer de pulmón, los no fumadores también pueden desarrollar este cáncer. Respirar aire altamente contaminado puede aumentar el riesgo de cáncer de pulmón. Los químicos que se encuentran en los gases de escape diésel, productos de carbón, gasolina, cloruro y el formaldehído también pueden ser peligrosos.
Durante un período prolongado, la radioterapia de los pulmones puede aumentar el riesgo de desarrollar cáncer de pulmón. Beber agua que contiene arsénico también es un factor de riesgo para el cáncer de pulmón de células no pequeñas.
Las mujeres pueden correr más riesgo que los hombres de este tipo de enfermedad pulmonar. Además, las personas más jóvenes con cáncer de pulmón tienen más probabilidades de tener adenocarcinoma de células no pequeñas que otras formas de cáncer de pulmón.
El adenocarcinoma de células no pequeñas tiende a formarse en las células de la parte externa de los pulmones. En la etapa precancerosa, las células experimentan cambios genéticos que hacen que las células anormales crezcan más rápido.
Otras alteraciones genéticas pueden provocar cambios que ayuden a que las células cancerosas crezcan y formen una masa o tumor. Las células que forman un tumor de cáncer de pulmón pueden desprenderse y propagarse a otras partes del cuerpo.
Al principio, una persona con cáncer de pulmón de células no pequeñas podría no experimentar síntomas. Una vez que aparecen los síntomas, por lo general incluyen tos que no desaparece. También puede causar dolor en el pecho al respirar profundamente, toser o reír.
Otros síntomas incluyen:
- dificultad para respirar
- fatiga
- sibilancias
- toser sangre
- flema de color marrón o rojiza
Los síntomas obvios pueden sugerir la presencia de adenocarcinoma de células no pequeñas. Pero la única forma en que un médico puede diagnosticar definitivamente el cáncer es observando las células del tejido pulmonar al microscopio.
Examinar las células en el esputo o la flema puede ser útil para diagnosticar algunas formas de cáncer de pulmón, aunque ese no es el caso de los cánceres de pulmón de células no pequeñas.
Una biopsia con aguja, en la que se extraen células de una masa sospechosa, es un método más confiable para los médicos. Las pruebas de diagnóstico por imágenes, como las radiografías, también se utilizan para diagnosticar el cáncer de pulmón. Sin embargo, no se recomiendan los exámenes de rutina ni las radiografías, a menos que tengas síntomas.
El crecimiento del cáncer se describe en etapas:
- Etapa 0: El cáncer no se ha propagado más allá del revestimiento interno de los pulmones.
- Etapa 1: El cáncer aún se encuentra en una etapa temprana y no se ha propagado al sistema linfático.
- Etapa 2: El cáncer se ha diseminado a algunos ganglios linfáticos cercanos a los pulmones.
- Etapa 3: El cáncer se ha propagado a otros ganglios linfáticos o tejidos.
- Etapa 4: El cáncer de pulmón se ha propagado a otros órganos.
Un tratamiento eficaz para el adenocarcinoma de células no pequeñas depende de la etapa del cáncer. A menudo, se requiere una cirugía para extirpar una parte o la totalidad del pulmón si el cáncer no se ha diseminado.
La cirugía generalmente brinda la mejor posibilidad de sobrevivir a esta forma de cáncer. Por supuesto, la operación es compleja y conlleva riesgos. Es posible que se necesite quimioterapia y radioterapia si el cáncer se ha propagado.
La mejor manera de prevenir el adenocarcinoma de células no pequeñas es nunca comenzar a fumar y evitar los factores de riesgo conocidos. Sin embargo, incluso si llevas muchos años fumando, es mejor dejar de fumar que continuar haciéndolo.
Una vez que dejas de fumar, tu riesgo de desarrollar todos los subtipos de cáncer de pulmón comienza a disminuir. También se recomienda evitar el humo de segunda mano.